viernes, 28 de diciembre de 2012

NAVIDAD Y PADRES DIVORCIADOS




El otro día leí el post de "La mamá pediatra" en el que hablaba de lo distintas que son las Navidades para los padres divorciados. Estos padres pasan fechas señaladas, importantes y especiales sin sus hijos ya que deben compartir los días con sus ex parejas.

Y es que no debe ser tarea fácil. En estos días que lo quieres es estar con los tuyos, y no hay nada más tuyo que tus hijos, tienes que combinártelos porque no todos los puedes pasar con ellos. Supongo que debe ser más duro cuando son pequeños porque ya de mayores hay días que no los pasan con los padres sino con los amigos o con sus suegros, pero de pequeño lo que uno quiere es estar con su hijo y el niño estar con su padre y su madre. En estos casos lo hacen, pero a tandas.

Ya no sólo es eso. El niño va de una fiesta a otra porque en muy pocos días hay mucho que celebrar. No es como cuando el niño se va un viernes y regresa el domingo o se va 15 días con tu ex pareja de vacaciones, sino que el 24 está en casa de la madre, el 25 en la del padre, el 26 en el del primo Manuel por parte de padre , el 31 vuelve con la madre, el 5 con los abuelos paternos y el 6 con los maternos. Los calendarios para estas fechas son frenéticos y más con este movimiento de un lado a otro.

Pero al leer y reflexionar sobre este tema me surgió la siguiente pregunta. No sólo es en Navidades. ¿Y las vacaciones? ¿Los cumpleaños? ¿Las fiestas de su amiguito del cole? De ahí la importancia de que, bajo mi humilde opinión, la separación entre dos adultos, por muy mal que acabe u odio se haya acumulado, se debe llevar, al menos delante del niño, de la manera más amigable posible.

Si te separas de manera traumática, ya no sólo sufre la criatura sino que no puedes compartir nada con esa persona. Es decir: dos celebraciones de cumpleaños, turnos para ir a la fiesta de fin de curso, peleas para qué días el pequeño se va de vacaciones con su padre o con su madre…es complicado.

Cada vez hay más niños con padres separados, es más, a veces pienso que lo anormal es ver a niños con padres juntos. Pero que esté normalizado, no se vea como extraño y el niño no sea objetivo de bulling, no significa que sea fácil. Ni para el niño ni para el padre/madre que lo ve marchar.

Yo no puedo hablar bajo mi experiencia del tema porque no es mi caso pero si el caso de muchos amigos y es evidente que no es de su agrado ver como su hijo se va un 25 de diciembre o no ponerse de acuerdo con el padre por el regalo a comprar…y eso en el mejor de los casos.

En definitiva, a veces no es fácil compartir la vida con el padre o la madre de tus hijos y debes separarte o divorciarte pero hay que intentar, por el bien del niño y de todos, hacerlo de alguna manera que para el niño no sea una situación brusca. Tal vez es el momento para que padre y madre, por primera vez y al no ser capaces de hacerlo durante la relación, cedan, respiren antes de contestar y piensen sólo y exclusivamente en el bien de la criatura.

Suerte y ánimo a todos los padres y madres divorciados que en alguno de estos días no están con sus hijos e hijas.

Ah! Y feliz año nuevo!

martes, 25 de diciembre de 2012

NAVIDAD


Cuando uno es pequeño, las Navidades se viven de manera intensa. Todo es emocionante, nuevo, sorprendente…deseas que lleguen esos días de fiesta que pasas en familia, con amigos y sin colegio. Una vez te haces mayor, esas motivaciones se pierden. Tus deseos por tener una bici pasan a unos zapatos de la marca X y así hasta que llega un momento en el que la Navidad se convierte en unas fechas de regalos y consumo.

Eso sucede hasta que llega el milagro. Una criatura en la familia. Ahí es cuando papá Noel y los Reyes se olvidan repentinamente de los mayores y se centran en los pequeños. Es cuando en vez de tener regalos caros, innecesarios y caprichos inútiles pasas a regalos dulces, muy deseados, incluso hechos a mano!

Los niños dan alegría en todas sus facetas y lugares pero ellos son los que realmente hacen que la Navidad sea puramente especial. Pasamos de tener un reno de corcho medio roto encima de la tele a un arbolito en el salón, un calcetín colgado en la estantería, un pesebre, un adorno navideño tras la puerta de entrada y todo con lucecitas que van a todo trapo.

Sales a pasear y sólo haces que mirar los adornos navideños de las calles y te ves explicándole a esa criaturita todo lo que es, porqué es y lo que conlleva. Las Navidades pasan a ser algo importante, divertido, con sentimiento.

Yo no recuerdo mis navidades de infancia con muchos regalos sino que las recuerdo por esos momentos e ilusiones que tenía. Miro las fotos y sólo veo una niña con cara de recién levantada con una muñeca de trapo rellena de sémola pero feliz porque los Reyes habían llegado. Ver estupefacta como se habían bebido el agua los camellos o como se habían comido el roscón los Reyes. Mis zapatos limpios en la ventana… No recuerdo los regalos sino los detalles. Los detalles que hoy en día transmito a la que hoy vive la Navidad de manera emocionante, nueva y sorprendente.

Feliz Navidad a todos.

viernes, 21 de diciembre de 2012

CAPÍTULO 1: Estoy embarazada (Parte 4. FINAL)




La pusieron encima de mí. Una vez conmigo dejo de llorar, me miraba fijamente con sus grandes ojos negros, abiertos, mirando y observando todo. Lo más bonito que había visto nunca. Al poco, la cogieron, la pesaron, la limpiaron, la reconocieron y salió en brazos de su padre a conocer a toda la familia. Ah! Y le dejaron un ombligo precioso, otra mis manías.

Cuando subí a planta me esperaban tres días intensos para aprender antes de dejarnos a los tres a solas. Cuando la trajeron a la habitación la volví a ver. Ya no era igual que en quirófano. Supongo que la emoción del momento no te deja ver que muchos niños que no nacen por cesárea, salen infladitos, con un color más morado que rosado, con la nariz chata (supongo que del apretón) y, al menos en mi caso, llena de vello. Igualmente yo la veía preciosa. De dos padres guapos tenía que salir una diosa. Démosle tiempo, bromeábamos.

Cuando vino la enfermera me dijo, “veo que has decidido darle pecho”. Y enseguida la puso a mamar. La niña se enganchó a la primera y yo no sabría hasta más adelante cómo llegaría a ser su amor por la teta.

Los tres primeros días de dar el pecho. Al parecer no sale leche, sino que toman el calostro. Se ve que este alimento es muy bueno para los niños pero como todo en esta vida tiene un pero: alimenta pero no llena. La niña lloraba y lloraba sin parar y no entendía por qué hasta que me lo explicaron. Exclamé: “me estás diciendo que me hija tiene hambre?”. Dame un biberón ahora mismo. Las enfermeras se negaban y volvían los mitos: “si le das pecho no le puedes dar ni biberón ni chupete porque no querrán el pecho”, “ponte la pezonera”, “duerme con sujetador que si no se te caerán las tetas”. A mí me daba igual todo eso, yo quería un biberón para calmar el hambre de mi hija y luego seguiría con el pecho porque es lo mejor para ella. Al final le di mucha pena a una enfermera y me pasó a escondidas un mini biberón. Dormimos todos plácidamente.

El momento hospital también es horrible. Yo sólo quería estar con mi hija y aquello se llenaba y la gente se pasaba a echar la tarde en el hospital. De ahí aprendí algo, evitar ir a ver a los recién nacidos al hospital y esperar a que estén en casa y la madre en condiciones de recibir a alguien, y al menos para mí fue al cabo de un mes como mínimo. No soportaba que entrara tanta gente y encima salió la tigresa que hay en mí no quería que nadie tocara a mi niña. Me pasé tres días en la cama con la niña enganchada en la teta ajena a todo tipo de conversación de la habitación.

Al tercer día, y con mis cuatro puntos, nos fuimos para casa. Al parecer, una vez das a luz, las hormonas vuelven a dispararse. A mí me dio por estar angustiada. No dormía nada porque las noches las pasaba en vela y durante el día intentaba dormir cuando lo hacía la niña pero no lo lograba. A parte de nacer con el sueño girado, dormía de día y estaba despierta de noche, era imposible dejarla en la cuna así que pasé los 2 primeros meses durmiendo con la niña encima de mi pecho. Íbamos haciendo mini siestas y llegué a dormir sentada en la cama. Ahí conocí lo que es el colecho.

viernes, 14 de diciembre de 2012

CAPÍTULO 1: Estoy embarazada (Parte 3)




Cuando estás a punto de dar a luz es cuando entra otro aluvión de consejos. Ten muchas relaciones sexuales, camina, corre, salta, no pares en todo el día. Una ya está cansada y quiere parir, quieres ver a tu bebé. Ver como es, como se mueve, qué hace! Y mientras llega ese momento empiezan las porras: nacerá el sábado 12, no el 13. A mí ya me era igual cuándo pero quería que fuera ya y que no me lo provocaran.

El lunes 14 de junio, un día antes de que tuviera hora para provocarme el parto, empecé a mojar un poco las ropa interior. Yo lo achaqué a incontinencia urinaria pero mi pareja me dijo que llamara al ginecólogo. Yo no quería llamar ni ir al hospital, hacía dos semanas que ya había hecho el ridículo yendo al hospital y me volví a casa con un: “anda, pero si aún estás muy verde”. Como si fuera un tomate de ensalada. Insistió así que llamé.

“Hola. Sí, mira, que durante el día de hoy he tenido incontinencia”. “Igual has roto aguas”, me dijo. “No, no, es como si me hubiera hecho pipí. No cae agua”. Inocente. Al parecer, las aguas no tienen porqué romperse como en las películas, que inundan las calles, sino que la bolsa puede romperse por arriba e ir goteando.

Bien. Me fui para el hospital pensando que me iban a retornar a casa y de golpe oigo que la matrona le dice a mi marido “Bueno, sal fuera que está de parto”. Cómo? De parto? No, no, seguro?. Pero si no tengo contracciones. A parte, tengo hora mañana!. Me invadió el miedo. Lo primero que le dije a mi pareja fue: “llama a mi madre!”. Dios, como necesitaba a mi madre. Era la única persona que me podía calmar y quitar los miedos.

Cuando regresó la matrona casi muero. Vino con un palo blanco largo y me dijo: “abre las piernas”. Me rompió las aguas, bien rotas, y salió un liquido caliente que recorrió mis piernas y sacó de dentro un blandiblup transparente horrible. El famoso tapón mucoso. Ahí empecé a notar las contracciones. Pequeños dolores intensos. Yo no lo definiría como dolor sino como momento de tensión en el que no puedes ni respirar y no quieres que ni te hablen ni te toquen. Eso es una contracción!

Así me tuvo un rato hasta que me dijo. Te vamos a poner ya la epidural. Yo tenía claro que no quería sufrir ni tener dolor así que, lo siento por las que quieren parto 100% natural, tenía clarísimo que quería epidural. Aunque bueno, lo tienes claro hasta que te dicen que te la van a poner y tienes fobias a las agujas.

Me pasaron de un cuartucho enano, ruidoso y feo a una sala más amplia y silenciosa. Vino la anestesista, era rusa. Con su acento particular me dijo. “ponte de lado, en posición fetal”. Yo temblaba por los cuatro costados. Tengo terror a las agujas. La mujer repetía: “por favor, tienes que estar quieta sino no te puedo pinchar” y yo contestaba: “intento estar quieta pero no puedo, estoy muerta de miedo”. Para colmo tuvo que pinchar dos veces pero, si soy sincera, no me dolió el pinchazo.

Una vez anestesiada volvió la paz. No dolor, no mal humor. Así que estuve un rato en esa sala contando chistes y dilatando. Cada rato venía un enfermero, muy gay, para ver que tal estaba y cada rato más largo la matrona para hacer el tacto. De pronto, el enfermero dijo: “venga, que hoy no cenamos”. Me llevaban a quirófano.

Me echaron en la camilla, me pusieron las piernas en los estribos y me dijeron que siguiera las indicaciones de la matrona. Yo, preparada de mis clases preparto lo tenía claro. Me iba repitiendo en silencio: coger aire, inflar la tripa y empujar. Pero cuando la matrona me dijo que empujara y yo hacía todo el ritual del pujo me dice: “esto no es empujar, empuja, empuja bien, ahora!” Adiós a las clases preparto y la técnica.

Eso de: “no se tiene que empujar como si hicieras caca sino se empuja con el diafragma del abdomen”, qué diablos, ahí se empujaba o la niña no salía. Y mi marido no me cogía la cabeza, cada vez que lo miraba estaba con una cara de estar horrorizado de ver en directo un parto. Hasta lo invitaron a sentarse. Como dice un amigo: “el parto, bonito, bonito, no es, no nos engañemos!”. Yo, ajena a todo, empujé, empujé y empujé y la oí llorar.

CONTINUARÁ....

martes, 11 de diciembre de 2012

LA CRIANZA CON APEGO ES MI FORMA DE CAMBIAR EL MUNDO



La crianza con apego es mi forma de cambiar el mundo es una página de facebook de la que hace bastantes meses soy seguidora. No es más que una página donde enlazan noticias de crianza y las madres preguntan a otras madres y estas otras contestan con sus experiencias y bajo su punto de vista. La verdad me hice fan de esta página, no por su contenido, sino por su título ya que, llámame romántica, sueño con que este mundo corrupto y podrido cambie y eso, por desgracia, ya no está en nuestras manos sino en la de nuestros hijos.

Cuando eres madre o padre cambia tu mundo y va hacia una sola dirección. Tal y como están las cosas, te das cuenta que lo más puro, emocionante, real y sincero es el amor hacia tu hijo. Si crías a un hijo con amor, respeto, cuidando los detalles realmente importantes…muy raro tiene que ser todo para que no salga amoroso, respetuoso y cuidadoso con las cosas importantes. Para eso, para crear ese clima, vínculo y sentimiento con tu hijo tiene que haber apego. Una relación estrecha, real, sincera y bajo los pilares del amor.

Una crianza con apego, para mí, es una crianza que dedica el tiempo que la criatura necesita, que educa bajo el respeto, que escucha la opinión del niño aunque no se permita porque no es correcta. Que el adulto esté cuando llama el infante siempre y cuando sea razonable y que las rutinas que se han creado los mayores, sin importancia y que pueden esperar, no se impongan a los cariños que necesitan los pequeños.
Un niño necesita apego y el apego sólo es cariño. A veces, muchos olvidan que antes está ese pequeña atención para que ese niño sea feliz. Esa felicidad que vive y que transmites a tu hijo es la que luego, de mayor, querrá plasmar en todas sus relaciones.

Puede quedar muy ñoño, hippie o ridículo pero si lo pensamos bien, la única manera de cambiar el mundo es educando niños buenos, nobles, leales, legales…y para educar así hay que dar ejemplo.

La crianza con apego es mi forma de cambiar el mundo.



viernes, 7 de diciembre de 2012

CAPÍTULO 1: Estoy embarazada (Parte 2)


No me estaba de nada, palmeras de chocolate, lentejas estofadas, bocadillos, tartas, pizza, hasta me “aficioné” a la comida rápida. Cada tanto iba y me pedía un menú especial de hamburguesa, patatas, refresco y helado. Lo que se dice fina vaya. Mi ginecóloga me advertía, “cuidado con lo que comes que estás engordando mucho. Cuídate que luego te costará sacarte los kilos de más. Tienes que engordar un kilo al mes, no tres". La verdad, no iba a estar pensando qué comía o no. Yo disfrutaba de mi embarazo y si mi cuerpo pedía comer, pues comía. La obsesión por la comida me superaba muchas veces ya que igual estaba desayunando mi bocadillo de queso con mi café con leche y veía pasar una ensaimada o un bocata de tortilla y se me iban los ojos mientras engullía lo mío. Era la primera vez que me sentía feliz de comer sin límite. A parte tenía una excusa perfecta. Las pequeñas náuseas, o más bien ascos, que tenía se me pasaban comiendo así que, comía. Algunas de mis amigas que se habían quedado embarazadas antes que yo habían engordado lo justo, de 8 a 11 kilos. Yo engordé 16 y a día de hoy aún me sobran 4. Eso sí, nadie pudo quitarme el placer de comer lo que quería.

Mi tripa empezó a crecer cada vez más y el bebé empezó a formarse. Era una niña. Señor, qué alegría! Siempre quise una niña, deseo cumplido. Yo soñaba despierta: me la imaginaba viniendo a mi habitación diciendo “mamá, el gato está en mi cama” o “mamá, puedo leer el cuento contigo?”. No era consciente de lo que venía. Para llegar a eso debería pasar mucho tiempo. Yo seguía con mis chuches, mi libro de seguimiento de embarazo ajena a lo que era criar un hijo y llegaron las clases preparto.

Tenía muy claro que quería hacer las clases de preparto ya que tenía que ir bien informada, tranquila y segura. No sé hasta qué punto sirven pero al menos te relacionabas con gente en tu estado, sacabas tus miedos, aprendías cosas, hacías ejercicio, te “preparaban” para el día del parto y te regalaban una canastilla que después no utilice porque no me sirvió nada.

Cada final de mes reconstruíamos el parto.

- Mira, él te puede coger de la cabeza mientras empujas. Así. Entonces, coges aire con la tripa, la hinchas bien y…empuja!
Yo seguía las directrices de la profesora y hacía ver que paría. Pensé, pues si que es fácil!

Mi pequeña estaba bien, iba creciendo dentro de mí. Ya la podía sentir. Las patadas, los movimientos…Incluso, ya en el último trimestre no podía dormir bien. “Cómprate la almohada esa que es un churro, va muy bien para dormir porque así no te dolerá la espalda”. Eso no funcionaba. “Ponte un cojín entre las piernas, otro en la espalda y otro en los pies”. Tampoco funcionaba. La espalda cada vez me dolía más, el peso de la tripa y mis 6 kilos de más hacían mella.

Se acercaba el final de trayecto. Cuando estás en el último mes, no ves el día de parir. Esperas parir en la semana 38 y la pasas del calendario, esperas que nazca en la semana 39 y tampoco. La 40, la 40 es la semana en la que todas paren, tampoco. Y en la semana 41 me dice el ginecólogo que si no paro antes, el 15 de junio me provocan el parto.

martes, 4 de diciembre de 2012

PAREJAS


Hace poco he pasado por varios fines de semana familiares. Familiares me refiero a familias junto a familias. Es decir, convivir con otras familias con infantes. Te das cuenta de que cada pareja es diferente y no sólo eso, sino que la pareja que tú conocías como pareja ya no es esa pareja. Y es que un niño pone a prueba de bomba las relaciones. De ahí que te siempre aconsejen: “no tengas un hijo para rehacer tu relación de pareja”. Y es verdad, porque lo que haces es rematarla.

Tengo una amiga, que su relación de pareja era ideal. Ganaban más que de sobra, vivían a todo tren, se entendían, se reían…y de golpe, en cuestión de un año, ha pasado a ser madre soltera. Sí, su marido le empezó a ser infiel, ella se enteró y ala, con un niño de un año a vivir sola, por y para su hijo, con una depresión de caballo, con la sola ayuda de su madre y con los problemas y dolores de cabeza que comporta un divorcio. Olé tú!

Otra, tenía un matrimonio estable con una hija mayorcita, con la crisis del bebé superada y de golpe se queda embarazada de su segundo hijo en edad avanzada y vuelve el caos. Porqué vuelve el caos? Porque ya no tiene la fuerza y paciencia de los 30, la echan del trabajo, el matrimonio está más gastado pero, en este caso, la infiel es ella. Con un par!

Otra de mis amigas tenía una buena relación con su pareja. Normal, sin altos ni bajos. Y de golpe, con el bebé en casa, ya no se habla con su marido. Sólo para cuestiones del niño pero ya está. Ni un qué tal, ni un cariño, nada…

También conozco el caso de una amiga con una buena relación con su pareja que tras 10 años de familia decide separarse pero sigue viviendo con su marido, del que está separada, con tal de que el niño no sepa que sus padres ya no se quieren. Eso y la crisis, claro.

Ah bueno! Luego tenemos las cosas tipo Lara Dibildos que da a luz a un niño y al mes se divorcia. Y lo ha hecho 2 veces! Cosas de la vida.

A veces me pregunto si estas relaciones no eran tan perfectas como se veían o pensaba, o incluso pensaban ellos, y que todo estalla al nacer un bebé porque cambia todo tu mundo. Pero lo que sí es cierto es que, por mucho que tu relación sea estupenda, un hijo la desgasta a niveles insospechados.

Intento pensar que la mayoría de parejas se distancian durante 2, 3, 5 años, aguantan como buenamente pueden, discuten mucho y, poco a poco, se va normalizando todo hasta llegar a una pareja estándar, la de tus padres vaya, pero que la relación de pareja como la entendíamos con esa persona ya ha variado, ha cogido otro rol y no volverá a ser igual.

La verdad que no conozco parejas que al cabo de mucho tiempo y tras un o varios partos tengan una relación de novios. Bueno de novios, de pareja soltera. Que en parte es lo que toca porque ya no vives por y para la pareja sino que vives para lo más bello que puede hacer una pareja que se quiere, unirse al máximo para crear un ser humano.

En una charla de Carlos González sobre crianza, obviamente era otro contexto, dijo una frase que podría trasladar aquí: “cuando uno tiene pareja nadie le dice que haga vida de soltero”. Supongo que una vez tienes un hijo es ridículo plantearse una vida de pareja como la entendíamos, no tiene sentido. Haces vida de padre y madre y empeñarse en tener una relación como antaño es esforzarse en conseguir algo prácticamente imposible porque las normas ya no se pactan entre 2 sino entre 3, y no veas el tercero como dirige!!!!


Así que, las que tengan una relación excepcional, perfecta, de enamorados de 15…que la aproveche y no deje nunca a su marido y las que no, pues que se conformen con querer a su pareja, que la quieran y compartir los bonitos momento que te da la familia. Para las que no tengan nada esto….pues el divorcio y liarla parda por la noche ;)